
Empinada, Caminando, dolida esta cuesta me encontré como siempre con mi hermano Elvis Martinez, eran las tantas de esa mañana onírica y fresca. La noche anterior estallaban
a mi lado las Pirastro de ese violín que amo y ese sonido ronco y jefe del contrabajo...algunos tragos y valses de gente que se acercaron a la vida a regalarnos un momento que se perpetúa en nuestra vida de cuatros, flautas, violines, mandolinas, décimas y símbolos sonoros que emitidos nos transportan a otros tiempos de caminos pedrosos y de una autarquía ausente, ese camino era duro y al lado recuerdo algunos pinos que hacían el margen de este tránsito...pudo haber sido Cumarebo a algún pueblo de esa costa dura y montañosa que tiene orillas y sonidos de mar y vientos...al llegar nos esperaba un viejo amigo sentado sobre un taburete donde se veia claro la huida de la fibra vegetal...me incliné y no respondió a la cercanía, Elvis imitando el gesto que yo había hecho, sintió nuestra presencia muy cerca y nos miró con sorpresa encendida al uno y al otro...no ponunció palabra alguna, solo sonrió y el encuentro se tornó agradable...esperado, necesario...nos orientamos a un ser extraño que estaba al lado derecho de mi hermano Israel quienes aparecieron en esa brizna del sueño y parloteaban discretos y reflexivos...dos seres que compartían serenidad y conocimieno mas allá de libros y estantes, el, ataviado de indumentaria campesina y que mantenía un bastón que delataba autoridad y que de vez en vez indicaba o acentaba su verbo seguro y ligero, el bigote de mostachos pronunciados en una suerte de acomodar su discurso y el lado derecho de la cara...dijo: El maestro ha sido formado durante siglos, en el viven los laudistas improvisadores del siglo XVI junto a los tañedores del pueblo que ha reconocido y amado en esta vida...tradición, Mística y entendimiento, está hecho de un tronco fino y oloroso...suena y vibra...vive y aprendemos, pero el no tiene la culpa...miré a los ojos a mi hermano quién traducía sus movimientos en acuerdo, miré a Elvis y a Cheo, solo pude decir con respeto: cada cultor es un planeta!
Gustavo Colina
descripción de un sueño de hace unas noches.
1 comentario:
Que hermosura! Elegante doble prueba de lo invencible del alma que corre desde del Orinoco hasta el Pacífico: si las manos del maestro Hurtado pueden hacerle contar semejante historia al cuatro, y si en las manos del maestro Colina ya se adivina el próximo capítulo, entonces queda claro: no hay porqué tener miedo, a nada.
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