lunes, 20 de febrero de 2012

Cuadernillo desde el mostrador del bar de Camilo Morón


Desde el teléfono nos convocamos en las tardes de caminos y cervezas,
un Camilo vivido y bebido, textos por mensajería textos, señales de humo y color desde
Coro, nuestro útero que defendemos y que nos duele, la amistad es infinita y sé que su verbo
acompaña mis tardes en mi otra madre Maracaibo.


En el mosaico blanco y negro de la sombra del tamarindo
una vieja canción libera su largo cabello crespo
de nostalgias escolares.


Nos vemos a la salida para andar con ultramán
levantando monstruos, montados en la moto
del capitán centella, viajando con el capitán futuro
por el universo.


Aunque hoy encarnamos al Capitán cavernícola
luego de la enésima birra y le echamos los perros
a pitufina para irnos con la primera que caiga.


Escribo desde el Barrio Chino de Coro
esa callejuela tatuada de dos bares decadentes y sórdidos
do Gardel es un vampiro.


Una guitarra se desangra nota a nota
vierto una canción gota a gota en una copa rota
alimento los zancudos voraces con los sueños que desandan
mis venas.


Sentí las virtudes cardinales
en el corazón de jojoto de los amigos...
Con el telescopio líquido de la tarde vi el latir de tura
de sus venas de ríos crecidos.


Como un canto solitario
aquella mujer bonita jurunga mis venas...
es un perro callejero hurgando en la basura...
yo cultivo una semilla de mar en el pote de la locura.


Ella dijo quiero beberte todo
el se sintió afortunado, vaya si fornicaron!
a la mañana siguiente, con el primer rayo del sol
le encontraron seco en la habitación.


Corazón nómada en la noche
refugiado en una barra de música y caoba
deshojo la margarita entre la muerte y el olvido
loca ofrenda desgarrada de vida.


Ingenua y cruel como una gata me pregunta como estoy
le contesto como un ratón arrecho
...sabes como estoy porque así me tienes
arrumao en el olvido


El sol coriano desnuda su eternamente vieja y nueva romanza
entre calles de piedra y asfalto
recostado a muros de bloque y de barro
...un corazón de siglos.


La lluvia cae sobre la ciudad de barro
el turbio arroyo de la calle cuenta su historia breve al paso
la casona colonial perfuma sus nostalgias con hojas de cují.


2 comentarios:

rubencho dijo...

Hermoso, irreverente...minuto eternizado tras la palabra y sus sortilegios....

Anónimo dijo...

gracias amigo de eso se trata.
Gustavo Colina