domingo, 1 de septiembre de 2013

41 años

al entrar a una habitación un poco fría, desordenada me vi arrumado y solo, esperé un tantito de tiempo para observarme entre escombros de vida pasada, errores, gritos sordos, fiebres acumuladas, retazos de caras recostadas al lado del camino, sollozos entre candiles turbios que sentaban la tarde, no se que puedo hacer, solo un grito sería lo pertinente, el oprobioso tenor del canto doloroso de mamá, el amainado quejido de papá ante el estrépito lacerante que acude al verbo de mi madre, sueños rotos y una gran pregunta, que pasó? solo partidas cubren los últimos tiempos, las angustias persiguen y nos encuentran, somos cinco pero muy diferentes, allende los mares vive mi hermana, lejos de la tibieza, mi hermano sigue sonando campanas y estoy yo lejos aveces de mi mismo, sueño con el trazo devenido del descanso, me levanto del vidrio y vuelo de vez en cuando, las vidrieras me atrapan y me sorben, espero la oración de las alcayatas que se juntan y me regalan un pan dulce con algún comentario doméstico entre los verdugos de este tiempo, correr tras las sorpresas que eran envueltas en papel crepé y esperar, solo esperar, que esa viejita me diera una razón envuelta para seguir o recoger esta reguera de sueños, recuerdos, pasiones y espinas en los tobillos.


        

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