jueves, 19 de enero de 2012

Para Francisco Delgado.





Para Francisco Delgado.

¿A cuántos kilómetros por hora se funda la ciudad? La bitácora del tráfico borra sus límites, es un señuelo con luces intermitentes. El ciudadano sin fin se hunde en un tráfago irreconciliable, no hay ciudad para sus pasos, no hay posada para su andar, no hay un alero de sombra cuando declina la tarde.

Tras los semáforos se levantan columnas de humo y al doblar la esquina, acecha un saldo aciago. Un mendigo extiende un brazo de escarcha, una muchacha eleva su vientre hacia el sol, los celadores llevan un reloj de arena.
La ciudad entrañable se alejó en una embarcación sin compas, la ciudad amable partió tras los pasos de un amoroso caminante. Enero se anota en la despedida, en las alas de un adiós letal.
Quién trabajó sus columnas, moldeó el fuego de sus patios, trajinó la grea de sus habitantes, dijo adiós ante el paredón de un artefacto mortal.
La ciudad de hojalata estrena sus polímeros tras las huellas del insomne morador. Cierra sus parques ante el fulgor de su duelo. Es más triste la ciudad cuando la luna se esconde entre sus jardines. A esta hora no hay un vals para el romance. No hay una tertulia bajo sus árboles. No hay sola hoguera en sus playas.
El, lleva por insignia una estrella en su frente y en sus bolsillos esquelas de amor; lleva en el corazón, el abrazo de su gente, la fe roja de sus hijos.

Alexis Fernández

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