domingo, 19 de septiembre de 2010

Eugenio Montejo


tenía frío y Fados templados en sus huesos, la entrañable poesía de Pessoa en sus cafés y paisajes de Güigüe, el Pasaporte timbrado por los arbustos y flores de su nacimiento y la esperanza siempre colgada en el horizonte terrestre que lo llamaba desde lejos ...él sabía que los ríos son relámpagos dormidos.



http://www.youtube.com/watch?v=IJb8mTxoTW0

1 comentario:

Lida Patricia dijo...

..él sabía que los ríos son relámpagos dormidos...

me encanta...