domingo, 30 de junio de 2013

comienzo de mi cuadernillo de soles y sudores.

Ciudad de trama compleja, lágrimas, sudor y risas nerviosas que estriban 
en los tubos oxidados del micro, esperanzas cortas por el designio del trópico, ruido que roza y rompe las mejillas del sol que agoniza en el asfalto.

                                         Gus, Maracaibo desde el centro y a pleno sol y con la mirada atenta.

 Un amigo de la ciudad respondió al mensaje de texto..." Pues si, tal vez esa ciudad sea un laberinto de tubos
oxidados y detritus, para su lectura tu eliges el color de la mirada, y solo entre textos es real.

                                          Miguel Angel Campos  1 y 27 min. de la tarde.

domingo, 23 de junio de 2013

Caribe soy

llegaba de la calle con el cabello algo desordenado y magullado por ese sol salado de Paraguaná,
ya de entrada alimentaba mi alegría de párvulo encerrado, llegaba, se sentaba con su cara alumbrada por el asombro que produce la casa como remanso y oasis, trabajo duro que la compañía le demandaba en sus puertas y salidas, el picó era lo que le inducía una profunda contentura, el me pedía que lo acompañara y le cambiara los discos, se paseaba en  las geografías mas exóticas del caribe, Carmen Delia Dipiní se lo llevaba pa Santurce y la sonora Matancera lo convidaba a escuchar los fenómenos que trinaban, Celia Cruz, Bienvenido Granda entre otros, esa relación de papá con el tocadisco y sus recuerdos era fuerte, me cuenta que cuando niño era una pasión escuchar a Noel Petro en un radio Alemán que abuelo Chindo tenía en esos tiempos de génesis paraguanera, sol, petroleo y bares de piel canela, radios que brillaban con esa música hermosa que salía de esos corazones de ron que nacían en la Habana, Quisqueya o algún barrio de Naguabo en Puerto Rico, siempre alegre y vagabundo en los recintos sagrados de un bar y a lo lejos el sonido de un Psiquiatra sonoro o rockola, la verdad que yo no cambio ni a papá ni a Leo Marini, son amores tejidos fuertemente en mi corazón caribe y dudo que la sensibilidad que me entregó ese momento no teja el resto de mi vida.