domingo, 24 de marzo de 2013

Días de gracia con Oswaldo Gomez

  Un día como cualquiera por el 2001 recibí una llamada un tanto extraña
al parecer un amigo de las cuatro cuerdas estaba con una dolencia difícil,
su gente próxima pidió que si podía me encontrara con ellos en el hospital,
no es de importancia referenciar el como me sentí y la interrogante de con que me iba a encontrar,
el caso es que cuando abrí la puerta de su habitación encontré a un hermano de madera fina
que abrigaba esperanzas... la alegría no se hizo esperar, me pregunté de donde había bajado
este extraterrestre, que porqué no nos habíamos visto o encontrado antes, Nebo me habló de mis
días difíciles del año 2000 donde compartimos hospital y que en algún momento quiso abrigarme
en mi dolencia casi mortal, nos vimos cuatro en manos en su casa en el año posterior, disfruté de su vida con su hermosa familia, me regalaron ese sonido inolvidable de su amistad y su apego a la vida que nunca a pesar de irse quedó sembrado en nosotros sus amigos.




domingo, 17 de marzo de 2013

Mirando al mar

Sucumbo al recuerdo de un mar que repartía su verde oloroso,
me retorcía la paz que subía a mis cobijas, un pie torcido era la
coartada perfecta para no encontrarme con la pizarra ni ese olor
a madera podrida que entorpecía mi recreo,
supe desde esos días lejanos que los tomates estrellados en el suelo
del pasaje Zeiter iluminarían mi temprana vejez,
lejos de allí recuerdo sus monzones que buscaban paso en la orilla de
mi ventana de aluminio,
esa brisa fresca me traía sorpresas y mensajes de otros tiempos, de
otras mejillas, ese tejido y dolorido vestido de paje que me costó una
paliza de mamá cuando hurgaba mi compostura ante el matrimonio
de una prima que no vi más, esa brisa sigue en mí con sus tomates y caracolas
tragedias de agua y soles infinitos de charco y ventana.